Junto al muro sellado de tu puerta,
la que esconde tus secretos,
hago guardia silenciosa y desolada,
tratando de hallar algunos de tus
sueños.
Mis ojos anhelan traspasar la madera,
para ir más allá de sus límites
sombríos.
Descubrir ese quieto reino al que volvías,
cuando de nuestro paraíso te alejabas.
Recluida en este instante de dolor
perpetuo,
repito mil veces no será posible,
que detrás de ella pueda verte como antes,
porque no se vuelve de la muerte.
Como una sombra me alejo de tu casa,
para perderme en las calles de tu urbe.
Llevo
en mis manos esos hijos - versos,
que nacieron junto a una promesa una
tarde.
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